Oidábiadé – Los cerdos salvajes se fueron con un niño huérfano

Yacorenie Oidi Ayoré

El Ayorei que se llevaron los cerdos silvestres:

El ayorei que los cerdos silvestres se llevaron era un huérfano. Se decía que cuando él todavía era muy pequeño, tomó la espátula que su abuela usaba para raspar las hojas de la planta *dajudíe y la usaba para cazar.

Se decía que se convirtió en un buen cazador de cerdos salvajes, y los cerdos silvestres algún día se lo llevarían.

El pequeño dijo: “Abuela, yo quiero ir con ellos a cazar cerdos, y nosotros comeremos el pequeño cerdo que yo caze.” Y lo que sucedió fue que todos los cerdos que mataron eran pequeños, entonces, la abuela comió las pequeñas víctimas de su nieto.

Conforme iba creciendo, los cerdos que mataba eran más grandes.

Como sus compatriotas querían comer de lo que el niño cazaba, le daban calabazas a la abuela y le decían: “Cocínalas  para tu nieto. Él puede comérselas cuando regrese de la caza.”

Luego él compartió su caza con ellos, y comieron algo de los cerdos más pequeños que él mataba. Aunque algunos cerdos estaban ya más grandes, ellos le dieron comida al muchacho.

Más adelante, el mataba unos cerdos con panzas grandes. Y cuando él era joven, terminaba tropas completas de cerdos silvestres. Fue en ese momento cuando  fue conocido como el gran cazador de cerdos salvajes.

Pero finalmente los cerdos salvajes estaban hartos con lo que hacía el joven cazador y querían vengarse. Los cerdos que él mataba comenzaron a resucitar, y uno de ellos secuestró al joven.

Se dice que el joven les contó a los cerdos salvajes todo acerca de lo que hacían los ayoreos y les dijo: “Dejen a los ayoreos en paz, ya que a todos los ayoreos  les gusta la guerra. Déjenlos en paz y manténgase alejados de ellos.”

Y es por eso que los cerdos salvajes se alejaron de los ayoreos. Ellos se alejaron de nosotros porque sabían nuestras costumbres.

Hasta este momento, los cerdos salvajes  se mantienen alejados de nosotros porque el ayorei que ellos se llevaron les contó nuestra forma de vida.

Oidábiadé – Campo Loro, Paraguay – 1988.

Transcrito por: Maxine Morarie.

Traducido al español por: Julia Morarie.