Dachagaidé fue un hombre que mató a los ayoreos:
Se decía que Dachagaidé fue un hombre que vivió hace mucho tiempo. Se decía que era un asesino. Y se sabía que robaba. Él iba en camino a otro pueblo cuando se encontró con alguien en el camino, y pretendió que tenía que mover sus intestinos.
El llamo al hombre ayoré, al cual ya estaba planeando matar, pero yo no sé su nombre. Ellos estuvieron juntos en algún lugar en el camino. Y Dachagaidé le dijo: “Ven aquí. Escuchemos la conversación del otro.”
Pero después de que lo llamó, rápidamente lo mató. Dachagaidé era realmente malo y siempre estaba matando a los ayoreos.
Rápidamente enterró a su víctima y puso unos palitos encima de la sepultura para ocultarlo, para que de esa forma no se viera como una tumba.
El hombre que Dachagaidé mató iba en camino a visitar a su hermana, pero él nunca llegó allí, debido a que Dachagaidé lo mató.
Cuando muchos días pasaron y él no regresaba, su esposa supo que algo había pasado. Ella miraba al sol todos los días hasta que se ocultaba, pensado que de seguro él aparecería de un momento a otro, pero él nunca regresó. Eso es porque lo habían matado.
Pero sus hijos seguían buscándolo, yendo de viaje para ver si podían encontrar a su padre. No me acuerdo muy bien, pero creo que pasó alrededor de tres meses o un año antes de que lo encontraran; ellos siguieron buscándolo por mucho tiempo.
Ellos dicen que su madre lloró cuando regresaron y le dijeron que probablemente el asesino Dachagaidé había matado a su padre.
Sus hijos regresaron de una de sus viajes, pero luego comensaron a buscar a su padre de nuevo. Ellos eran muy parecidos a su padre, tenían la barba larga como él.
Su madre dijo: “Apúrense. Debemos buscar a tu padre. De seguro el gran matador Dachagaidé lo ha matado.”
Sus hijos no podían dormir esa noche. Echaban de menos a su padre y seguían pensando en él.
El hijo mayor dijo al menor: “Vete y busca a nuestro padre en los pueblos por allá. Yo voy a ir a uno de los otros pueblos, a los lugares donde nuestro padre iba a ir cuando él se fue. De seguro lo han matado.”
Así que se fueron. Uno fue en una dirección y el otro en otra. Ellos se separaron para ir a todos los pueblos.
Pero la víctima de Dachagaidé tuvo un acotei.
(Manuélné explicó lo que era un acotei y dijo: Acotéode son hombres con quienes se forman relaciones íntimas. Cuando encontraron un acotei (esposo masculino) los hombre de antaño le decía, ‘tu eres mi esposo’ . Y el ya era como un marido para él. Los esposos masculinos de los del clan Étacori son elegidos del Clan Dosapé. Deben elegir entre hombres que no son parientes, y deben tratarlos muy bien. Por ejemplo: Samané le dice a Aliciadé: ‘tu eres mi acotei (mi esposo masculino). Samané es del Clan Étacori y Aliciadé es del Clan Dosapé. Yo soy del Clan Chiquenoi, y mis esposos masculinos son elegidos del Clan Posorajãi.)
Manuélné continúa con su historia de Dachagaidé:
El hijo mayor llegó a un pueblo que estaba en medio de los otros pueblos. Buscó a su acotei (esposo masculino) para ayudarlo a buscar.
Derrumbó el crecimiento de la selva para proteger a su acotei. Picaron y picaron, y buscaron mientras cortaban. Estaban acercándose al pueblo. Y buscaron en la zona a la tumba de su padre. Pero no encontraron nada.
El hijo mayor dijo: “Yo me iré mañana si no encuentro los huesos de mi padre,” esto es lo que dijo a su ‘esposo hombre’.
Después de que hablaron sobre lo que harían, su plan se hizo claro para ellos. Se irían en diferentes direcciónes, pero seguirían regresando al camino principal. Ellos buscarían en ambos lados del camino. Y siguieron haciendo esto, siempre cortando la maleza de la selva que se encontraba en el camino. Ellos buscaban en todas partes de la tierra, pero no encontraban nada.
Y entonces, se dice, encontró la tumba de su padre. Miró y había un montón de terra sobre el sepulcro.
El hijo mayor dijo: “Probablemente Dachagaidé quería que nosotros pensáramos que la tumba estaba en otro lugar. Este lugar está demasiado limpio con su montículo. Probablemente es aquí donde lo enterró por eso trabajó tan duro para camuflarlo. Dachagaidé pensó que había encontrado u lugar que no sería descubierto. Y está justo aquí por el camino. Seguramente esto es la tumba de mi padre.”
Con cuidado empezó a escavar, y la tierra debajo todavía estaba floja. Él tomaba la tierra del pozo y la ponía a un lado. Cavó hasta que encontró el lugar donde la sangre había sido coleccionada. Y decidió irse. El ya no buscó más. Él fue a encontrar a Dachagaidé.
Llego allí al atardecer. Al llegar escuchó a la gente que gritaba: “¡Alguien viene!”
Sus tias dijeron: “Ven aquí. Ven aquí. Nosotros queremos oír lo que tienes que decir.”
Él se fue con ellas. Ellas habían cocinado frijoles, pero él joven no había comido porque estaba muy enojado por haber encontrado la sepultura de su padre. Él estaba muy enojado y no quería comer la comida que ellas habían cocinado. Ese quedó con ellas un poco de tiempo y luego se fue. No quiso comer en todo el día. No comió nada. Estaba todo desgarrado dentro de la ira. Le preguntó a su tía: “¿Ayudaron a mi padre cuando él llegó aquí hace mucho tiempo atrás? Yo lo estoy buscando.”
Ella dijo: “Sí, él vino hace mucho tiempo. Pero cuando se fue dijo que iba a volver con ustedes.”
Otra de sus tías dijo: “Yo vi a Dachagaidé. Él fue tras tu padre en el camino. El probablemente lo mató. Dachagaidé no nos había dicho nada a nadie. El no mencionó a su víctima en absoluto.”
Entonces sus tías lloraron por la ausencia del padre del joven – ellas sollozaron por él. (Como decimos en ayoré: lloraron la cercania de su padre.)
Pero él dijo a sus tías: “¡Paren! ¡Paren! No lloren.”
Él había encontrado la sepultura, pero no dijo nada a nadie, ní a sus tías, porque estaba muy enojado. Preguntó a sus tías: “¿Dónde está la casa de Dachagaidé? Yo lo quiero ver.”
Dijo: “La casa esta allí, pero no vayas. Él también te va a matar,” ella dijo.
Él dijo: “Yo voy a ir a él.”
Y él fue a verlo. El sol a penas se había ocultado.
Cuando él llegó a su casa le dijo: “Dachagaidé, yo he venido a verte. Dijnai te está llamando. Él quiere que vengas conmigo. Quiere que llevas contigo algo de hierro y las hachas.”
Dachagaidé le dio algo de la comida que su esposa había cocinado, pero él no la comió. Él estaba muy enojado.
Y dijo: “Yo no puedo comer lo que tu esposa ha cocinado. Yo tengo mucha prisa por irme. Yo estoy pensando en regresar a ver a Dijnai.”
Dachagaidé dijo: “Yo no voy a ir contigo. Yo te seguiré mañana cuando se ponga el sol.”
El hombre joven dijo: “Date prisa. Probablemente te esté llamando en este momento.”
Dachagaidé dijo: “Yo iré entonces temprano mañana por la mañana.” Pero él realmente no quería ir, y no sabía cómo salir de eso.
Así que se durmió el hijo mayor, pero sin comer. A la mañana siguiente al amanecer, mientras todavía estaba oscuro, sus tías cocinaron una olla fresca de frijoles. Ellas tiraron los del día anterior. Pero él todavía no quiso comer. Echaba de menos a su padre y no podía comer.
Cuando todavía era temprano, él habló con Dachagaidé y dijo: “Alístate. Vámonos.”
Pero él dijo: “Quédate un rato. Yo estoy comiendo.”
Pero el hijo joven no comía. Por fin, alistaron sus cosas y luego se fueron.
Pero las tías sabían lo que podía pasarle y ellos dijeron: “Quédate detrás de él. No te pongas delante de él.”
Ellas en realidad tenían mucho miedo de que Dachagaidé lo matara.
Manuélné – Tobité, Bolivia – 7 de diciembre de, 1964.
Transcrito por: Joyce Buchegger.
Traducido al español por: Julia Morarie.