Dajuñangue – Me encantan los testimonios

Dajuñangue da su testimonio 

Me encanta cuando mis compañeras se paran ante nosotros y dan sus testimonios. No sé si ustedes que son mis compañeras creyentes disfrutan esto también, pero yo sí. Me gusta escuchar las historias que las mujeres cuentan de ellas mismas. También estoy contenta de que los que asistimos a las reuniones están aumentándose en número. 

Pero, mis compañeras, quiero que sepan que, mientras estoy feliz, hay otras cosas que no me gustan. Adivina por qué, mis compañeras, soy feliz, pero al mismo tiempo no feliz. Si realmente conocen la Palabra de Dios, entonces probablemente saben por qué no soy feliz. Soy feliz y no tan feliz. ¿Es así con ustedes, también? 

Soy feliz, porque creo en Dupade con todo mi corazón. Pero esto es lo que no me gusta, mi esposo no cree en Dupade. Sería mucho mejor si toda mi familia estuviera sinceramente siguiendo a Dupade – mi esposo, mis hijos y yo misma.

Solía ​​decir siempre: “Estoy tan cansada de que Pujnúcabi gasta nuestro dinero en los cigarrillos.”

 Les estoy pidiendo a ustedes, compañeras mía que creen en Dios, que se unan a mí en la oración para que mi marido deje de fumar.” 

No sé si alguna de ustedes, mis compañeras, sienten lo mismo que yo acerca de los cigarrillos, pero yo los odio. Tengo miedo de la gente cuando se emborrachan, también. No me gusta que se acerquen a mí. 

Es algo bueno cuando una persona da su testimonio, y también es bueno no avergonzarse de hacerlo. Es Satanás quien nos hace sentir avergonzadas de ser creyentes, y vacilar en vuestra fe. Él trata de mantenernos alejados de la Palabra de Dupade. Ya he contado lo feliz que estaba, hace unas semanas, cuando oí la noticia de que iban a dar tus testimonios, y cuando les escuché estaba muy contenta con lo que tenían que decir. 

A veces, cuando estamos en el bosque, espero volver para poder asistir a las reuniones. Pienso en que otros están juntos en las reuniones mientras yo estoy demasiado lejos para asistir, pero Dios me hace recordar que el está junto conmigo en mi corazón. 

He estado pensando que es posible hacer de nuestras posesiones dioses, y adorarlas en lugar de adorar a Dupade. No se si me entiendan, pero a veces estamos tan contentos de conseguir cosas nuevas, que son para nosotras como si fueran nuestros dioses. 

Eso es todo lo que tengo que decir, pero me gustaría orar por nosotros primero. Inclina la cabeza y rezaré por nosotros aquí en nuestra reunión.  

Elena, este es el final de mis palabras y ahora voy a orar a Dupade.  

Nuestro Dupade, te rogamos que esté con nosotras hoy en nuestra reunión del viernes. Te agradezco que podamos escuchar tu palabra. No me avergüenzo de compartir tu palabra con mis compañeras que son verdaderas creyentes. No me avergüenzo de tu palabra aun cuando otras se ríen de nosotras.  

Nuestro Dupade, estoy agradecida de que nos cuides aquí en la tierra dondequiera que vayamos. Las mujeres nos reunimos, así como los hombres para aprender de tí. 

Pero, Dupade nuestro, rogamos por las mujeres que no están aquí con nosotras, las que aún no están interesadas en saber de tu palabra. Deles un hambre para tu palabra y un deseo de oírla. Sólo tú y tu Palabra es lo que deseamos, porque es dulce para nosotras, nuestro Dupade.  

Dupade, gracias por ayudarnos a crecer en nuestro entendimiento de tu palabra. Ayúdanos a no olvidar las cosas que nuestros maestros nos han enseñado sobre ti.  

Nuestro Dupade, tu has dicho: “Quien se avergüence de mí, también me avergonzaré de esa persona cuando regreso al mundo”. Esto es lo que dijiste hace mucho tiempo cuando estabas aquí en la tierra.  

Dupade, ayuda a mis compañeras y a mí misma a amar tu palabra, nuestro Dupade. Sabemos que hay muchos de nosotros que no prestamos atención a tu palabra, pero no sé por qué, porque sé que tu palabra no es algo sin importancia, más bien es poderosa. Cuando estuviste en la tierra, tú resucitaste a los muertos con tu palabra, nuestro Dupade. No hay otra persona que haya levantado a una persona muerta, solo tú puedes hacer esto, nuestro Dupade.  

Dupade nuestro, gracias por haber sanado a Teresa. Tu viste que estaba enferma, pero la curó. No hay nadie más que pueda curar a los enfermos; Tú eres el único que puede sanarnos.  

Gracias que estamos escuchando tu palabra todos los días, tanto los hombres como nosotras las mujeres. Dupade, te rogamos todo esto en el nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén. 

Vocabulario:

Dupade -Dios

Dajuñangue – Tobité, Bolivia – (agosto de 1975) 

Transcrito y traducido al español por: Maxine Morarie