Dejnínga ga cuchárique a chiqueta raja yu
No pude dormir toda la noche:
Nos acostamos anoche y estaba oscuro. Antes de dormir, oré a Dupade, estando muy oscuro. Pero no pude dormir toda la noche. Mi cuerpo me dolía tanto que no me dejaba dormir. Y a la medianoche algo se me apareció. Llegó justo donde yo estaba y me hablo. Me dijo: “Yo soy la verdad”.
Sin invitación, se acercó a mí y me dijo: “Mujer ayoréa, ¿me conoces?” Esto es lo que dijo.
Y yo le dije, “Te conozco.”
Y dijo: “¿Quién soy yo?” Eso es lo que dijo.
Yo dije: “Yo te conozco y creo que tu, querida persona, eres Jesús, aunque nunca te he visto antes.”
Y él me dijo: “Tu me conoces. ¿Conoces también a mi Padre?”
Y yo le respondí: “¡Sí, lo conozco!”
Pero él dijo: “Orad a mi Padre si le conoces a mi Padre”. Así me habló.
Entonces, comencé a orar:
Y, en mi sueño esa noche, comencé a orar y dije: “¡Dupade! Te estoy orando en este momento. Estoy muy agradecido porque tu Hijo Jesús se apareció ante mí y me habló de ti, y es por eso que te estoy orando acerca del dolor que estoy sufriendo esta noche. Quiero que me ayudes.” Así es como me parecía hablar con Dupade en mi sueño.
“Por favor, sanarme de esta enfermedad mía,” le dije a Dupade en mi sueño. “Estoy muy feliz de que su hijo Jesús se me apareció,” le dije.
Llegó Ichajúidé:
Y justo entonces llegó Ichajúidé. Pero Jesús le habló y comenzó a aconsejarlo mientras estaba viniendo, diciendo en palabras ayoreas: “A yajúrãi ta, yajúrãi te, ajúrãi, ajúrãi”. Eso es lo que dijo a Ichajúidé. (Nota: Esto parece ser un canto, palabras que no he oido.)
Y luego, cuando Ichajúidé se estaba acercando, Jesús lo llamó por su nombre, y dijo: “¡Ichajúidé é!”
E Ichajúidé fue hacia él y Jesús lo llamó: “Ven. Ven. Ven”. Esto es lo que Jesús le dijo a Ichajúidé.
Ichajúidé vino a él, y Jesús lo abrazó y me abrazó también. Y Jesús le dijo a Ichajúidé: “Estoy tan agradecido por ti, querido ayorei. ¿Me conoces?” Esto es lo que le preguntó.
Ichajúidé le dijo: “Yo te conozco, tú eres el Hijo de Dupade, tú eres Jesús.” Así le conversó Ichajúidé.
Y entonces Ichajúidé y Jesús se hablaban en privado.
Y después, Jesús nos dijo: “De veras, ustedes conocen a mi Padre.”
Él nos tranquilizó con sus palabras:
Él nos tranquilizó con sus palabras. Estaban arriba en el cielo, y no en el suelo.
Y empecé a temblar. Recordé que yo no era más que un ser humano, ¡pero Jesús se había aparecido a mí y me había hablado! y me había dicho: “En verdad ustedes creen en mi Padre; oren a él y voy a escuchar sus peticiones.”
Oramos:
En mi sueño oramos. Y yo dije: “Dupade, de alguna manera hacer que este sueño ayude a mi enfermedad.” Parecía que dije también: “Estoy muy enferma. Pero estoy tan agradecida porque te he estado siguiendo fielmente durante mucho tiempo, a pesar de que he estado enferma mucho tiempo, también.”
Él me dijo: “Muchas gracias. Entiendo lo que estás diciendo. Es suficiente.” Parecía decirme estas palabras.
Parecía que Ichajúidé también le hablaba, pero yo no sabía lo que decían. (Ellos se hablaron en privado como siempre lo hacían.)
Ese fue el sueño que tuve ayer:
Esto es todo lo que tengo que decir, querida Señorita. Ese fue el sueño que tuve. Hay más, pero yo ya he dicho mucho sobre mi sueño.
Te diré un poco más sobre esto; pues parecía que Jesús me pregunto: “¿Hay ayoreos en otros lugares que me conocen?” Parecía que el me dijo esto.
Y yo le contesté: “Si, hay.”
Pero él me dijo: “Diles a otras mujeres acerca de mí.”
Pero creo que le dije: “No puedo decirles, porque ellas están muy lejos de aquí. Es probable que tu no sepas ni sus nombres.”
Pero Jesús dijo: “Entiendo. Ora a mi Padre por ellas y dile sus nombres a mi Padre, y entonces voy a conocer sus nombres, también.” Pienso que esto es lo que me dijo.
Empecé a temblar:
Empecé a decir sus nombres, pero me detuve y comencé a temblar. Pero Ichajúidé se puso de pie y dijo: “Rogamos a Dupade por nosotros a medida que avanzamos en el bosque para buscar alimento, y nosotros oramos a Dupade en nuestro idioma.”
Y Jesús nos dijo: “Los conozco a ustedes muy bien. No se olviden de mí.” A mi parecer, así nos dijo.
Probablemente ya he hablado suficiente de mi sueño:
Eso es suficiente, querida Señorita.
Pero, querida Señorita, por favor llévame un mensaje a Daniélné cuando llegue a Zapocó que su madre sigue viva, la esposa de Pajeidé, la abuela de Daniel. Y para los Guidaigosode, dígales que realmente extraño a todos: a Enuei y los demás. Yacamai y ellos siempre están en mi mente. Dígales que estas son las palabras de la abuela de Daniel, la esposa de Pajeidé.
E gusu. (Es todo.)
Clave:
Dupade – Dios
Ucuetódacóde – Pailón, Bolivia – 1960
Transcrito por: Janet Briggs
Traducido al español por: Maxine Morarie